El calor hizo volar el agua por la habitación,
la elevó sobre su propia existencia
y en su viaje ...la enfrió.
Se agarró desesperada a las paredes,
temerosa de caer y convertirse en barro.
Fría,
volvió a parecer lo que era.
Pero ya no corría...
no fluía rápida y libre como hacía.
Sólo observaba, desde la otra punta de la habitación,
cómo el resto saltaba y caía,
veía en el presente su pasado... su deseo.
Sentía cómo resbalaba lenta y fría por la pared
hacia el suelo,
suelo muerto y sucio
que le quitaría el nombre,
el alma,
la vida.
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